jueves, 15 de abril de 2010

Persecución

No puedo detenerme aquí
o retroalimentar la energía de mi alma;
tengo un candado en la boca y fácilmente
puedo modular algunas vocales
para referirme a ti cuando tenga yo que hablar.

Actualmente es real el baile inverso
por el cual surcas las pestañas de una ventana.
Con orejas como las mías los sonidos rebotan,
ellos chocan con el relieve de mi cabeza.

Todo el tiempo,
ligero y bombeado
va a romperse
en el momento en el
que los corazones
de la gente regular
dejen de entenderse a si mismos.

¿Diste tú tu donación en la misa de ayer?
Hoy la piel se te calló
y este vaso precipitado sube la temperatura
de la cera que escarcha vacía en tus uñas.
Está bien cuando cantas y sientes tu voz
devolverse en el tiempo intentando saber
que sucedió con lo que dijiste anteriormente.

No hay lugar donde esconderse y yo estoy contando;
el final efímero es cuando tu mano levantas y verte yo puedo.

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