viernes, 2 de abril de 2010

El agua también es un soluto

Y así mismo. Así igual de suave. Se embarcó un aire cálido dentro de las calles.
Las palmas chocaron una con la otra y aplaudieron con devoción.
La última vez que el cielo fue morado, fue cuando nuestras manos se rosaron.
La siguiente cosa que se estampó en mi cabeza fue una pintura sin valor.
Agudo es el sonido del agua resbalándose en mi piel desnuda.
Pesado es mi cabello con el peso mojado sobre cada capilar que lo compone.
Es callado el camino que sobrevuela la humedad en el cruce, en el semáforo
y se me desmaya el sentido de la realidad cuando estoy yo todo mojado.
Los charcos que piso son pianos que el ciclo del agua trajo para que yo los escuche.

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