domingo, 18 de abril de 2010

Cuando la cajonera recuerdos trajo, consigo, la brisa los aullentó.

El anuncio de la noche por despertar
encamina nuestros rumbos a desembocarse
en donde el semáforo blanco es su brillo
y nuestros ojos se manosean sin hablar.
Una vez solo el viento es más helado
que en el pasado y crecerá su abrazo.
Sutilmente mis pies se quiebran y los pasos pesados más colosales son con cada metro que me alejo. Quizá el parque donde jugamos derrumbado por nuestra ausencia está.
El sube y baja sus alas rechazaron. El castillo en el arenero se acalambró.

Falta el arrullo con el cual los soldaditos de plástico lloraron la muerte del día anterior.
Es diferente como se sienten las estaciones ahora y sin mapa mi camino crucificado en círculos sin fin toca una melodía tan hermosa… no quiero huir de esta oscuridad.

Una vez el viento se repartió en mi entorno
y suavemente sentí el amor al cual me sentí entregado.

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