miércoles, 7 de abril de 2010

Desde los siete mares

Los sueños hundidos en las aguas murmullan el querer flotar lejos de la orilla donde las expectativas de vida superen los cincuenta años de antigüedad humana y donde los arbustos sean tan altos como rasca cielos; por supuesto las tierras fértiles deben ser y haber señal de lugares para ellos ser posible la emigración más grande de sus vidas psicológicamente mentales. Por las palabras que hacen eco bajo la superficie, por las aves que gruñen en los cielos, por lo profundo del infierno y por las huellas de la evolución nuestros camaradas hacen coro: “Faltan muchas lunas para llegar a donde se supone que debemos estar, pero somos muy débiles y lo mejor que podemos hacer es dejarnos flotar y que las mareas nos guíen a nuevos horizontes”.

Enorme firmamento, no sé si estoy listo para descomponerme y desglosarme en lo inmenso de tu ira, de tu avaricia. De tu gula, de tu pereza, de tu envidia. De tu lujuria o de tu soberbia.

No soy digno, no, de aprender a volar o a nadar y esperar por deslumbrar el lente de un observatorio con las plumas que pueda dejar buscando sus destinos en la gravedad.
Y esperar a lograr llegar a lo más profundo o lo más obscuro de los 7 mares que han decidido llamarme a ser uno con ellos; ¿Soy alguien capaz de hacer feliz a la vida en su punto más bello?

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