Revélame el camino que se supone debo seguir.
Aquel que se esconde bajo tu capa negra y fluorescente.
En un cofre petrificado, asociado con cofres de cuentos de hadas
y cerrado con las palabras mágicas que alguna vez dijiste.
Juguemos en la profundidad de los bosques,
veo en tus ojos un alma joven y traviesa.
Juguemos a escondernos en medio de las estrellas nocturnas,
Estas cosas son las que me curan los sueños.
Agraciado mago de infinito poder.
Abre tus ojos y corramos al compas del canto de las aves;
al compas de las lunas llenas brillando tan maravillosamente.
Permite a la graba erosionar bajo tus pies.
Canta conmigo los versos que estoy escribiendo para ambos.
Alguien que obtiene la amistad de un ser de sabiduría desconocida
debe estar feliz de poder ir mano a mano cabalgando sobre
el subsuelo y entre medio del tiempo con los hechizos y la palabras diurnas.
Uno, dos, tres, vamos a contar.
Cuatro, cinco, seis, con cada número el bosque crece una vez.
Siete, ocho, nueve, hay nueces vagando en tu nombre.
Diez…
… Te toca buscarme.
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