Yo recuerdo haber llorado de la nada.
Si.
De la nada.
Vagas memorias en mi cabeza de estar haciendo nada
y haber llorado toda la almohada.
Esperando que el aire que me ahogaba los ojos
secara el agua salada que había derramado.
Oyendo los gritos encarcelados de ella
discutiendo con los muebles, arrojando
todo al suelo y rompiéndolo de cualquiera manera.
Golpeando el muro de ladrillos recubierto.
Sus manos crujían con él; y sangraban mucho.
Esa pared fría y roja que nos separaba. Ella me protegía de su ira.
Todos mis juguetes reposaban en el suelo
con su sonrisa fingida y construida, como diciendo
que todo estará bien.
Y…
yo no sabía,
Si creerles o no.
Si de casualidad la almohada ya estaba seca,
o si el hombre que era se había roto dentro de mi.
Era realmente yo, si, yo había muerto ese día.
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