Me dejé caer en el hedor;
porque yo dejé mi aroma sepultado.
No tengo hambre y el dijo:
“Sólo olvida como dormir”.
Tal vez debiera caminar recto
para mi vida dejar un rastro en el sendero.
Los días llegaron y se acumularon;
estoy satisfecho de ingerir tiempo a cada momento.
El demonio me exclamó en la oreja;
el ángel debió perder sus alas hace ya años.
Una vez viví con ojos cerrados
con un peso de toneladas de por medio.
Mi lado oscuro y mi lado alumbrado juntos están.
Ella dijo: “Reanuda tu respiración pues muerto no estás”.
Mi corazón escapó lejos del mundo y la piedra
que ahora se aloja en mi pecho no late ni bombea
nada de sangre (ni aire) y me estoy despedazando por dentro;
lejos de algún continente estoy flotando sobre las mareas
y ellas me conducen al frío polar de la niebla casi como
buscando una lápida congelada donde enmarcar mi nombre
y dejarme hundido y donde los glaciares permanezcan
a mi temperatura y mi cuerpo se conserve atemorizado.
Hay alguien llamándome y no se que hacen cuando las voces
llegan a mi como ecos mudos sonriendo y gritando lluvias
y tormentas que se apoderan de los continentes verdes.
Pero yo no dije nada, yo celebré mi esperanza
y era muy temprano para la victoria canjear en los cielos.
Nunca habría pensado en acabar redundantemente rodeado
de un líquido tan solitario y destructor como este.
Me dormí, me dormí, yo me dormí.
enfermo y feo me sentí.
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