miércoles, 25 de noviembre de 2009

Blanco.

Pienso en el momento,
cerca de un muro de concreto
y tierras que parecían
divorciadas de la vida.
No tenían señales de subsistencia
ni carruseles verdes.
Ni explosiones de colores.
Ni canciones naturales.

Veía a través de los vidrios
nuestra silueta encajonada
dentro de los cojines
y sentados en el sofá ajeno:

-Tengo sueño-
En tus ojos se distinguía
la decaída sonrisa dibujada
bajo tus cristalinos ojos;
-¿Por qué no descansas?-

Cerca de la geografía nuestra
se hallaba una almohada
blanca
como el borde de tu pupila;
Hiciste de mi cuerpo tu colchón
Y te arrinconaste
a cerrar tus ojos
esperando que nadie perturbara tu momento.

-(¿Qué debería hacer?
¿Hablarte sobre el viento paupérrimo?
¿O dejarte hundirte en tu cabeza?)-
Dejé caer mis cabellos en ti
Como queriendo oír tus latidos o tu respiración.

Estuve ausente de sonido alguno
-(Sólo quiero disfrutar el momento)-

Era cómodo estar tan cerca de ti;
Y se repartían por el aire ondas sonoras
Que al llegar a nuestros oídos se hacían
Cantos de aves al otro lado de la puerta-ventana.
Al otro lado del mundo, al otro lado de nuestro corto mundo.

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