viernes, 11 de septiembre de 2009

Felicidad.

Tus palabras fueron la conciencia de quién jamás a sido máscara ni payaso.
De donde vienes o como naciste eso no tiene importancia
y yo solo se que ser inconforme, es cultivar odio dentro tuyo.
No es necesario saber donde estás para saber que sin ti nadie puede vivir,
nadie es capaz de permanecer más de un minuto sin tu vida encima de su vida.

Eres la ventana frágil que condensa nuestros sueños y pesadillas más oscuras,
lástima que ambos estén dentro de tu mismo ser, compitiendo por quién dominará al portador antes que el otro.
Siendo de esta manera podemos llamarte el moderador de su discurso oral, su guerra de poesía moribunda, extraña para quién lea la veracidad de sus gritos.

Al ser tu la llave con mil usos que abre la vida en su forma más pura y mas hermosa de todas, demuestras la verdad escondida en mil mentiras, así como buscar una paja en las agujas o el bendito trébol de cuatro hojas que según la superstición otorga el poder que todos escondemos en ti; ese poder oculto en las llanuras de la vida; lejos de cada desdicha, ubicado, alojado en la más profunda y destellante flor de la madrugada.

Abres las olas del mar a nuestros ojos, cegándonos a la vista enferma de la tierra vieja,
acercándonos cada vez un poco a este sentimiento continuo, aquella adrenalina que hasta en la vejez avanzada desgarra la flojera y embulle el oído con las palpitaciones del aleteo de las mariposas y ruiseñores escondidos de la sombra hambrienta que nos ingiere a todos, cuando se abren nuestras puertas al mundo y conocemos la verdad modificada.

Una caja fuerte de papel de roble, tan fuerte como para no ser destruida jamás, tan débil que se desmorona cuando perdemos la esperanza.
Ese tierno tesoro que aguarda y espera; espera y aguarda, guardando sus fuerzas.
Cuando es abierto por gracia de tu magia, nuestras venas pierden su sangre sucia y nuestros brazos dejan caer todo el mal que han hecho por culpa del pecador perfecto.

Tus sonidos son como la música de la muerte, esos acordes reverberantes que despiertan hasta el más puro y decaído sueño de su letargo. Lo hace levantarse para jamás nunca volver a padecer cansancio y hasta que las palomas corruptas se tornen blancas y vuelen sobre el cielo que tu imaginación ah creado con el poderío de la dedicación justa y lúgubre al mismo tiempo.

Tu beso sin labios capaz de curar cualquier herida sin importar su razón o su consecuencia, hierve la piel, la hace casta y tan suave como el aire purificado por tus encantos que recorre este, el mundo evolucionado de la noche, este mundo que en busca de verdades no ah aprendido a levantarse y tomar nota de sus errores.
En verdad, este mundo necesita de tus hechizos simples y correctos.

Oh, adorada, la elegida, la esclava de su mismo ser, la sal de la mañana
y la noche, dinos tu con tu voz de mujer nueva y verdadera: ¿Qué Debemos de hacer para capturar la gota, la lágrima de tu ojo ensordecedor y llevarla a lo más extraviado y maldito de nuestro ser, para de esa forma lubricar nuestros deseos y nuestro amor y hacerlo digno de tu presencia en nuestra desgastada existencia?

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